OPINIÓN
Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.
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Semana de decisiones. Para tomarlas debemos, antes que nada, tener una meta. De nada sirve hacer algo sin saber a dónde ir y que queremos lograr.
Hasta el cansancio he repetido que la política en Argentina está quebrada, lo que vemos es una montaña de complicidades. Y esos intereses facciosos ordenan los grupos.
No se trata de carencia de dirigentes, lo que sufrimos es una falla sistémica, imposible tener dirigentes si ellos no surgen de la competencia por la representación. Hoy surgen por «popularidad».
El próximo domingo, reitero, deberemos elegir entre un candidato que perdió la interna en su territorio y el otro que nunca ganó una elección ni en un club de barrio. No estamos ejerciendo la democracia representativa.
Expuesto el marco general vayamos a que podemos hacer para no errar el próximo domingo considerando que, a la madrugada, gane quien gane, tendremos un presidente sumamente débil.
El panorama será que el elegido tendrá para exhibir el apoyo de no más del 30% del padrón electoral. Tomando en cuenta la abstención y los votos nulos y blancos.
Iré a votar, aun sabiendo que no estoy obligado por mi edad, no votaré en blanco ni votaré a Massa. Tampoco puedo decir que voto a Milei, lo haré, porque creo que necesitamos el borrón y cuenta nueva.
Vamos irremediablemente a una crisis difícil, parecidas a las que ya viví, sería la tercera. La primera la de 1975, el rodrigazo, terminó en un golpe militar y dictadura. La segunda el 2001, terminó en la continuidad de un grupo de políticos cómplices del latrocinio a nuestra patria.
En esta oportunidad creo que la salida es romper la continuidad resguardando la continuidad de las instituciones. No quiero una dictadura.
Dentro de la democracia necesitamos una ruptura de la administración nacida en 1983, su fracaso está a la vista, no es ni siquiera necesario recurrir a estadísticas.
Nunca creí que la administración del proceso de decadencia fue conducida por los políticos de la vidriera. Siempre entendí que fue un establishment compuesto por empresarios subsidiados, sindicalistas dueños de obras sociales y políticos sin representación funcionales al grupo.
Ahora hablaré del futuro, reconstruir la política es lo que debemos hacer. Volver a construir la representación. Para ello los municipios, la primera organización institucional del estado, tienen el rol fundamental.
En Uruguay, sé que su tamaño es diferente, nos da un ejemplo a seguir. La elección de los intendentes es en una fecha diferente al resto de las elecciones. Eso garantiza que el piso de la representación está a salvo.
Nuevos dirigentes nacen en cada elección. Hoy si hiciéramos encuestas en el conurbano, zona que define gran parte del resultado electoral nacional, nos encontraríamos que son escasos los ciudadanos que conocen al intendente.
Se que la primera reacción que surge es, otra elección más, pues bien, si estamos encarando un cambio hagámoslo bien. Suspendamos la elección de medio término, está comprobado que estorba a los gobiernos pensar en que cada dos años debe recurrir a las urnas.
La elección de intendentes en todo el país obligará a debatir las competencias locales de los gobiernos. Los municipios inciden mucho más de lo que creemos en nuestras vidas.
Se podrá plantear el hábitat como tema esencial. Definir qué ciudad queremos, qué planificación demos hacer para su expansión o cómo atraer a nuevos vecinos y empresas.
Cómo encarar la salud pública, que no es debatir sobre los hospitales sino cómo no llegar a ellos.
Cómo debatir la mejor infraestructura educativa y mejorar la relación entre familia y escuela.
Cómo disponer de nuestros residuos sin alterar el medio ambiente.
Cómo generar una seguridad participativa, que permita la alerta temprana de un delito.
Podría seguir enlistando una enorme cantidad de temas esenciales para nuestra vida, que están ocultos y no se debaten porque están atrás del telón de los debates generalistas que son imposibles de resolver sin la interacción entre unos y otros.
No es primero la macro y luego la micro. Eso sería pensar que mientras resolvemos el comercio internacional o el conflicto monetario nuestras vidas cotidianas no tienen nada para debatir.
Esa sola reforma, eligiendo intendentes en forma independiente impedirá las complicidades y las improvisaciones.
Surgirían los gobernadores, los legisladores y los presidentes de la cantera dirigencial que representan los municipios.
Recobraríamos la identidad de los partidos que se organicen como producto de esos actos electorales. Lo cual haría que las elecciones PASO sean innecesarias. Cada partido podrá elegir sus candidatos dando el debate interno entre sus verdaderos dirigentes a través de la mecánica que cada uno determine.
Esta es la meta, reconstruir la democracia representativa desde sus bases.
Si optamos por el continuismo de la clase política que nació en 1983 para conducir la próxima crisis lo único que estará garantizado es que el capitalismo de amigos continuará.
Es cortar con los que esmerilaron la economía del gobierno de Alfonsín, los que especularon para voltear la convertibilidad y los que sin representación alguna se adueñaron del poder usando con maestría los artilugios de la mala democracia.
Ese mismo que se expresó en 2001 con la pesificación asimétrica, que dejó en posición dominante a los que había llegado peor al fin de la convertibilidad por haber especulado con la caída de ella, con un costo fiscal que pagamos los millones de argentinos con endeudamiento, inflación y pobreza.
Romper las complicidades es lo que intento buscar, no sé si es el camino, pero la continuidad es lo peor.
En fin, nuevamente amigos, en esta instancia recurro al botón, «RESET», tan usado para cuando los sistemas fallan.
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