INTERNACIONAL
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El Gobierno de EE. UU. honró este sábado a los millones de campesinos ucranianos víctimas de la gran hambruna provocada por el dictador soviético Josef Stalin en 1932 y 1933, el trágico período conocido como el Holodomor, que comparó con la situación actual desatada por la invasión a gran escala que lanzó Rusia contra Ucrania en 2022.
«Marcamos el solemne aniversario del Holodomor mientras el valiente pueblo de Ucrania sigue defendiendo su libertad y soberanía contra la brutal guerra y agresión de Rusia», dijo el presidente Joe Biden en un comunicado en el que reafirmó su compromiso con ese país y en el que denunció que «la infraestructura agrícola de Ucrania está siendo atacada de nuevo deliberadamente, esta vez por Vladímir Putin».
Biden aseguró que las fuerzas rusas están «dañando campos, instalaciones de almacenaje de grano y puerto» para destruir su economía e independencia. «No es solo un ataque a la seguridad económica de Ucrania, es un asalto cínico a la seguridad alimentaria en todas partes. Putin está perjudicando a las comunidades más vulnerables del mundo para beneficio de Rusia», agregó el presidente, que solidarizó con los pueblos que «siguen luchando contra la tiranía».
Ucrania, por su parte, conmemoró la fecha con una serie de actos, bajo la sombra del peor ataque con drones lanzado por los invasores contra el país en los últimos meses. «Más de 70 Shahed durante la noche de la conmemoración del Holodomor. Los líderes rusos están orgullosos de su capacidad para matar», dijo el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
En un comunicado, el jefe de Estado consideró más tarde «imposible olvidar, comprender y sobre todo perdonar los horribles crímenes de genocidio que sufrieron los ucranianos en el siglo XX» durante el Holodomor. «Intentaron someternos, matarnos, exterminarnos», dijo también, «pero fallaron». Desde el comienzo de la invasión a gran escala rusa de Ucrania, numerosos parlamentos del mundo han reconocido el Holodomor como un genocidio
Ucrania perdió entre cuatro y ocho millones de habitantes en la gran hambruna de 1932-1933 durante el proceso de colectivización de sus tierras. Dicha hambruna, según los historiadores, fue orquestada por Stalin para reprimir cualquier veleidad nacionalista e independentista en el país, por entonces una república soviética.
«Tragedia», «gran hambruna» o «genocidio»: cuando se habla sobre la muerte de entre cuatro y siete millones de personas por inanición en Ucrania hace 90 años, la elección de las palabras no es solo un asunto histórico o político, sino algo profundamente ligado a la forma de entender el mundo. Cuando Moscú habla solo de «hambre» o «tragedia», minimiza un crimen brutal, tratándolo como efecto colateral de la colectivización de la agricultura ordenada por Stalin. Más que un eufemismo, es una mentira criminal que el Kremlin sostiene tenazmente en el escenario internacional.
Moscú tuvo éxito en ese empeño por última vez en 2003, cuando el término «tragedia» se incluyó en un documento de trabajo de la ONU, con motivo del septuagésimo aniversario de aquella hambruna. Desde entonces, Kiev ha hecho grandes esfuerzos por evitar que la memoria de las víctimas del Holodomor —que en ucraniano significa asesinato masivo por hambre— sea mancillada internacionalmente mediante un eufemismo. Esas personas no murieron debido a una sequía o a un error político. Murieron porque eran campesinos ucranianos amantes de la libertad, de los que el Kremlin desconfiaba.
Al hacer morir de hambre a millones de personas, Stalin perseguía dos objetivos: borrar la identidad ucraniana, cuya columna vertebral en el «granero de Europa» eran los campesinos, y, al mismo tiempo, conseguir las divisas necesarias para la industrialización, mediante la exportación de los cereales confiscados. Mientras la población ucraniana moría en el campo, en las ciudades se construían fábricas. Desde todos los rincones del imperio soviético, se llevaron trabajadores a los nuevos centros industriales: futuros proletarios, el «hombre nuevo» soviético, sin identidad nacional.
El jurista Rafael Lemkin calificó este crimen de genocidio hace ya 70 años. Este sobreviviente del Holocausto se dedicó a abordar jurídicamente el asesinato masivo de judíos en Europa. Fue Lemkin quien formuló en el derecho penal internacional el concepto de «genocidio» para definir el asesinato masivo por razones de nacionalidad o pertenencia a un grupo étnico.
Lemkin calificó el Holodomor de genocidio, sobre todo porque el asesinato de los campesinos ucranianos fue el punto culminante del exterminio de los ucranianos en el imperio soviético y no el inicio. Previamente habían tenido lugar fusilamientos masivos de miembros de la élite ucraniana, entre ellos, escritores, científicos y profesores.
Sin embargo, la esfera política de Berlín se negó durante décadas a utilizar la palabra genocidio para referirse a ese crimen. Aún en 2018, Alemania se sumó a una declaración de la ONU en que se habló de una «hambruna artificial». La justificación fue de naturaleza puramente formal: no se quiso aplicar el concepto de genocidio para acontecimientos de la década de 1930, porque este se consagró recién en 1951 en el derecho internacional.
La actual resolución del Bundestag desenmascara el carácter de excusa barata de aquella postura. Mantener una amistad con Ucrania que no disgustara de ningún modo a Rusia fue, por décadas, el mantra de la política alemana.
Solo el 24 de febrero de 2022, cuando la agresión bélica rusa contra Ucrania estremeció a Europa, Berlín comenzó a cambiar de manera de pensar. Los medios de comunicación alemanes tuvieron que informar de los crímenes de guerra y vergonzosos actos de la soldadesca rusa en Ucrania, y «autores desconocidos» tuvieron que dinamitar el gasoducto Nord Stream, antes de que por fin se reconociera el genocidio. Así, Alemania llegó finalmente a donde se hallaba ya en 1993 la pequeña Estonia, en lo que concierte a la evaluación de los crímenes estalinistas.
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