INTERNACIONAL

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Canciller chino, Wang Yi / Foto: UN Geneva

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La Cancillería china declaró este martes que sería un «gran error» para Argentina cortar los lazos con «países tan grandes como Brasil y China», una posibilidad sugerida en los últimos meses por el presidente electo de Argentina, Javier Milei, y por algunos de sus colaboradores.

La portavoz de la Cancillería Mao Ning contestó así a unas recientes declaraciones a la agencia rusa Sputnik de la asesora de Milei en política exterior, Diana Mondino, quien aseguró: «dejaremos de interferir con el Gobierno de Brasil y China».

La portavoz conjeturó que existen «discrepancias» sobre el significado de las palabras de Mondino ─cuyo nombre suena como posible ministra de Exteriores del nuevo Gobierno argentino─ y aseveró que «ningún país puede separar las relaciones diplomáticas del desarrollo de la cooperación económica y comercial».

Mao recordó en una rueda de prensa que «China es el segundo socio comercial de Argentina y el primer mercado de exportación de sus productos agrícolas».

«Las dos partes tienen una fuerte complementariedad económica y un gran potencial de cooperación», agregó la vocera.

Según Sputnik, Mondino apuntó que «la relación con ambos países ─en referencia a China y Brasil─ será excelente como debe ser», pero que «hay que distinguir lo que es el Gobierno de lo que es el Estado».

China felicitó este lunes a Milei y aseguró seguir dispuesta a trabajar con Argentina para «continuar la amistad entre los dos países».

Hace dos años, Milei aseguró que él «no haría negocios con China» y afirmó que cortar relaciones con el gigante asiático «no sería una tragedia macroeconómica».

Javier Milei había anunciado ya durante su campaña que daría la espalda a China, en toda la línea. Había demostrado su desprecio por el socialismo y el comunismo, entre otras cosas, cuando critico al Papa Francisco, también argentino, y dijo que «predica el comunismo». En cambio, Milei se propone intensificar el comercio con Estados Unidos e Israel.

Si el próximo jefe de Estado argentino lleva sus anuncios a la práctica, esa sería la forma más radical de «desacoplamiento» económico de Pekín efectuada hasta ahora por una economía democrática. Y un craso vuelco de la política argentina. Apenas el año pasado, el presidente Alberto Fernández había firmado un «memorándum de entendimiento», en virtud del cual Argentina se convertiría en un país receptor de inversiones en el marco del megaproyecto chino de la «Nueva Ruta de la Seda». El saliente presidente Fernández calificaba a China como un «verdadero amigo», entiende el columnista Aleander Gorlach.

No menciona los puntos estratégicos territoriales que ha logrado China en Argentina, empezando por un observatorio espacial donde no pueden ingresar los especialistas locales y ha provocado alarma pública en el gobierno de Estados Unidos.

Por eso, a Pekín no le hace precisamente mucha gracia el cambio de derrotero de Milei. Una portavoz del Ministerio chino de Relaciones Exteriores calificó el plan como un «gran error». Sudamérica se ha vuelto cada vez más importante para China en las pasadas dos décadas. En ese lapso, el comercio bilateral creció de 18 mil millones de dólares a un volumen de 450 mil millones. En 2035 habría de cifrarse en unos 700 mil millones.

Entretanto, Chile exporta a China tanto como a Estados Unidos y Europa juntos. China es el mayor inversionista en Brasil, con un volumen que supera al de España y Estados Unidos en conjunto. Los créditos otorgados por institutos chinos a los países de América Latina son mayores que los del Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. También Argentina es un beneficiario: en agosto de este año, un crédito puente de Pekín permitió al gobierno de Buenos Aires pagar al FMI un tramo de deuda que vencía.

Para el gobernante chino, Xi Jinping, los lazos con Argentina, y con Latinoamérica en general, no tienen solo un significado económico. Desde que asumió el poder, en 2013, ha visitado la región en 11 oportunidades, subrayando su prerrogativa de tener presencia en esa zona del mundo tan cercana a su archirrival, Estados Unidos.

Hasta 2013, varias naciones de América Central reconocían diplomáticamente a Taiwán, y no a la República Popular China. Pero, desde entonces, la República Dominicana, Nicaragua y Panamá han cambiado su postura y reconocido a Pekín. Está por verse si Milei cambiará a su vez su política con respecto a Taiwán y, tras una ruptura con China, reconocerá a la pequeña democracia insular.

Por el momento, resulta difícil prever cuáles de sus planes podrá aplicar realmente el radical libremercadista Milei. Si, al final, Pekín pierde de verdad el acceso a la Argentina, eso podría tener el efecto de una señal para otros países. Al mismo tiempo, se plantea en Buenos Aires la pregunta de si, en vista de su extremadamente precaria situación financiera, Argentina debería desairar ahora a un poderoso otorgador potencial de créditos, como lo es la República Popular China.

Otro artículo de interés: Mejora ambiente entre Biden y Xi

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